Existencia partida, mi alma dividida;
si, entre una y otra, mis dos aguas.
Tu, mediterráneo, mar de aguas claras,
paraiso ya perdido de fenicios, griegos y romanos;
fué tu luz al alba la que me llevo a nacer en alguna de esas,
tus hermosas calas de bajo pino y fina arena.
De ti tomé mediterráneo mio, con el paso del tiempo tu peculiar carácter y aplomo,
haciendome transcendente, tranquilo, a la par que
guerrero dormido de grande genio y fuerza, que tanto sorprenden cuando despiertas,
a quien de ti solo tu calma aprecia.
Por ti lloro, que siempre acogedor y cálido, mantuviste abiertas tus puertas,
y hoy descubres como con engaño entraron exceso y avaricia,
los mismos que ahora nos consumen lentamente desde las entrañas.
Océano pacífico, eres tu mi otra agua,
la otra mitad de mi alma, la intranquila.
Cuantos secretos encierran tus salvajes aguas;
cuantas increibles historias las que me susurrabas al oido,
cuando desde la opaca y gruesa arena de tus inagotables playas,
veia arder el cielo, veia consumirse el dia.
Dime Pacífico mío,
¿Que sueño tu no albergas?
Te conozco peligroso, te sé esperanzador;
¿Siempre revives las ansias de perseguir un sueño mejor?
A tus orillas me hiciste soñar,
me hablaste y fuiste otra vez Quetzalcoàtl.
"Busca la roca, el cacto, y el águila" escuche que me decias.
Ahora vago errante,
lejos de ti, busco Technotitlán;
pero es tan dificil soñar, o Pacífico mio,
es tan dificil en este polvoriento desierto en el que me hallo inmerso,
tan dificil aqui perdido en la cruel realidad.
Aún te ansío Pacífico mío, y espero,
portando en mano aquello que vine a buscar,
volver a ti como el Huichol,
para en tu poniente orilla acurrucarme a te escuchar.
¿Soñar?, ¿volar?, ¿bailar?
Acojeme, o Pacífico mio, sueñame otra vez.
Y es como decia el son aquel;
una, el amor sagrado, compañera de la vida, esposa y madre a la vez;
la otra, el amor prohibido, complemento de mis ansias al que no renunciaré.
¿Como se puede partir el alma entre dos aguas a la vez y no estar loco?
Muxus y abrazos según corresponda.