Panduril escapando

Panduril, es Juan Ibáñez, Vitoriano sin raices venido al mundo en el buen año de 1982. Amante de la música, el pan duro, la filosofía,....... Amante en general.

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viernes, agosto 18, 2006

La fuerza es poderosa en ti joven skywalker.



Creo que la mejor muestra de la importancia del control mental, reside en los hipocondríacos y los histéricos.

Los humanos, formamos nuestra propia imagen de la realidad a través de ese saco de moco y células que viene a ser nuestro cerebro; no obstante, este no capta la realidad directamente, sino que la reconstruye al descodificar la información que le llega a través de los sentidos.
Viendo las cosas así, podemos afirmar que técnicamente, no es nuestro cerebro sino nuestros sentidos los que captan la realidad del entorno. Cada sentido, capta una realidad parcial, y nuestro cerebro integra todas ellas en una única imagen.
Es en este punto donde entra el control mental. Si el cerebro integra la información que le llega de una realidad “A” según un patrón “B”, tendremos una realidad “AB”. Si por el contrario lo hace siguiendo un patrón “C”, tendremos una realidad “AC”.
Obviamente “AB” es diferente de “AC”, y probablemente ambas dos sean diferentes de “A”.

Voy a intentar explicarme de otra forma. Pongamos por caso el dolor. Nuestro sentido del tacto, recibe un estímulo de intensidad “X” que supera su umbral de activación. Al activarse, lo que hace este receptor, es transmitir una señal de intensidad proporcional a “X” a través de los nervios al cerebro. Cuando llega la señal, nuestro cerebro le pone una etiqueta; por ejemplo “dolor”; de manera que cada vez que llegue “X”, nosotros sentiremos dolor, y cuando llegue “X-1” no sentiremos dolor, y cuando llegue “X+1” sentiremos dolor mas agudo.
Si alguien controla su cerebro, puede ser capaz de decirle: -No cerebro mío, “X” no es dolor; “X+4” es dolor-. De esta manera el umbral de dolor para esta persona estará en “X+4”, lo que le hace sin duda mucho mas resistente.
Por el contrario, si alguien no controla su cerebro lo mas mínimo, y no solo eso sino que teme el dolor porque no es capaz de asumirlo como una parte mas de la realidad, lo mas probable es que su umbral de dolor vaya bajando hasta situarse por ejemplo en “X-4”. Este creo yo que es el problema de los hipocondríacos.

Este ejemplo esta hecho con el dolor y el tacto, pero creo que es perfectamente aplicable a todos los sentidos, incluido ese sexto sentido que supone la percepción, ese que siente en lo no palpable.
Siento haberos metido esta chapa, pero es que este último viene a ser un sentido del que acostumbro a fiarme mucho, y me empieza a preocupar que no esté bien regulado. ¿¿Me estaré convirtiendo en un hipocondríaco perceptivo??


Muxus y abrazos según corresponda.

lunes, agosto 14, 2006

¿Podremos algún dia vivir en paz?



Muxus y abrazos según corresponda

sábado, agosto 12, 2006

Que te quieres de morir

¿Tememos a la muerte?




Muxus y abrazos según corresponda

viernes, agosto 11, 2006

Dichas y desdichas de Ladislao Haller. Capítulo II. "Nubes de Octubre rojo"

Lech Haller; el pequeño y único de hermano de Lanski, era el último familiar aún vivo de los Haller; dado que Pola había sido rechazada por su familia, de confesión judía, cuando se convirtió al catolicismo y contrajo matrimonio con Lanski.
Como tantos otros, Lech, también militar de profesión, fue herido y hecho prisionero por los soviéticos durante la ocupación del 39. Tras dos años de prisión, fue liberado y viajó a África como oficial en la armada de Ladislao Anders.
Al acabar la guerra, regresó como un héroe a su país natal y tras contactar con su familia en Londres, el mismo se encargó de mediar en la compra de la pequeña granja que serviría de hogar a su hermano y su familia.
Lanski, Pola y Ladislao llegaron a Polonia en 1946.

La particular realidad paralela de los Haller, era lo suficientemente absorbente como para mantenerles aislados de las tensiones políticas que acuciaban el país.
La granja, se encontraba a unos 15 kilómetros al sur de Varsovia, cerca de la pequeña aldea de Leszdonova. Las pocas tierras de la propiedad apenas bastaban para producir el forraje de los animales y abastecer las necesidades primarias de los nuevos granjeros, pero les permitía sobrevivir sin pasar demasiados apuros.

Pola era una mujer de gran carácter y dulzura, además de un ser humano excepcionalmente inteligente y reflexivo. Desde que Ladislao cumplió los cuatro años, Pola se entregó tenazmente a su educación.
Cuando volvieron a Polonia, Ladislao tenía 6 años. Lanski, como ya sabemos, no estaba en condiciones de aportar nada que no fuera mas trabajo, de manera que todas las labores de la granja y del hogar, Lanski incluido, quedaban en manos de madre e hijo.
Aún así cuando había un rato libre y propicio, Pola continuaba con la enseñanza. -¿Te das cuenta de lo importante que es aprender Ladis?- solía decirle. –Si madre- contestaba Ladislao.
-La capacidad de aprender y conocer es la única herramienta que tenemos Ladis. ¿Comprendes?- Ladislao asentía con la cabeza. -Es importante para mantenerse con vida; no lo olvides nunca hijo-la mirada de Pola era seria. -No lo haré madre, no te preocupes.-

Ladislao y Pola apenas iban alguna vez a Varsovia, y cuando lo hacían era con exclusivo objeto de comprar calzado o algún artículo concreto que no pudieran hallar en Leszdonova. Por lo demás la única salida habitual de la granja, era la correspondiente a la dominical asistencia a la liturgia.

Todos los domingos después de desayunar, Ladislao preparaba el pequeño cabriolé, enganchaba la mula, y tras posicionar a Lanski de manera estable y segura en el salón de la granja, se acicalaba y embutía en el incómodo traje de los domingos para asistir con Pola siempre puntuales a la misa de doce en Leszdonova.
Tampoco allí se relacionaban con nadie; según cruzaban el pórtico, se dirigían automáticamente al último banco y allí se sentaban, siempre en la misma esquina. Eran tiempos inestables, y Pola sabía que era poco prudente ser creyente declarado en un país donde paradójicamente el 95% de la población era católica, al menos hasta la ocupación.
Un día, Ladislao notó, cuando se acercaba a recibir la comunión, una extraña sensación. De repente se sintió observado, y respondiendo al magnético impulso, volteó la cabeza; allí estaba ella con la mirada clavada en la suya.
Ladislao nunca pudo olvidar esos ojos azules anclados en una cara de tez oscura y expresión a la par dulce y traviesa, cubierta por una brillante melena rubia recogida bajo clara imposición con un lazo azul.
Cada domingo a partir de entonces, Ladislao se despertaba inquieto, siempre antes de que su padre saltara de la cama con su -¡¡ARRIBA!!.....- Notaba entonces como escapando a su control, un extraño hormigueo iba tomando cuerpo en su interior hasta alcanzar su punto álgido cuando en la cola de la comunión llegaba al crucero y giraba la cabeza, para cada domingo durante un segundo ser feliz anidando en esa pícara mirada azul.

Un domingo, al girar la cabeza…¡No estaba allí! -¡Dios mío!-Ladislao se sintió profundamente deprimido. ¿Le habría ocurrido algo? ¿Por qué no estaba?
Al salir de la iglesia volvieron a la granja, y mientras Pola preparaba la comida, Ladislao recogía el cabriolé, llenaba de grano los pesebres y tras asear a Lanski, lo sentaba en la mesa.
Cuando ya bendecían la mesa, apareció el tío Lech. La del tío Lech, era la única visita que estaban acostumbrados a recibir de cuando en cuando.
-¡Tío Lech!-Ladislao se apresuró a besar a su tío.
-¡Hola Ladis! Pola, Lanski- Aquel día el uniformado tío Lech parecía más nervioso de lo habitual.
-¿Qué tal Lech? ¿Cómo va todo?-preguntó Pola mientras sacando un plato invitaba a Lech a tomar asiento.
-No muy bien Pola, las cosas no van muy bien.-
-¿Las cosas no van bien? Explícate por favor.-
-¿No te has enterado? Claro.. ¿Cómo iban a llegar las noticias a esta hermética burbuja…?-
-¿Qué ocurre Lech?-La cara de Pola se tornó preocupada, y Ladislao casi dejó de respirar, como si temiese cortar el silencio con su aliento.
-Han nombrado a Rokossovski ministro de defensa nacional.-
-Dios mío- Pola se cubrió la boca abierta con las manos.
-Ese perro traidor..-dijo Lench-¡va a vender el ejército a los rusos! Dios se apiade de nosotros Pola.
Ladislao no comprendía bien lo que ocurría, pero sabía que no era momento de preguntar. La idea de que la extraña actitud de su tío pudiese tener alguna relación con la ausencia de la mirada azul en la iglesia le estaba devorando por dentro.
El silencio; solo roto por el ininterrumpido sorber de Lanski, totalmente ajeno y con la cabeza casi hundida en el caldo, hizo eterno el primer plato. No fue hasta servido el segundo, que Pola introdujo una conversación cotidiana y distendida, como si nada hubiese pasado.
Después de comer, Pola hizo café y se sentaron junto a la chimenea. Ladislao salió fuera a coger del cobertizo unos leños secos para avivar el fuego; Lanski continuaba sorbiendo caldo.

A media tarde, Lech se levantó. –Bueno querida familia, se hace tarde y he de irme.-
-Si, será lo mejor si no quieres que se te eche la noche encima de regreso a Varsovia- apuntó Pola.
-Muchas gracias por la comida Pola; estaba excelente- dijo Lech mientras abrazaba a su cuñada.
-No tienes porque darlas Lech. Ya lo sabes.-
-Dale un beso a tu tío Lech Ladis-
-Claro tío- Ladislao se acercó a besar a su tío.
-Lanski… querido hermano, si he de serte sincero, no se si me das lástima o envidia.-Se acercó a Lanski y le dio unas palmaditas en la espalda.
Como si hubiera captado la alusión, el continuo sorber cesó repentinamente. Por un segundo todos quedaron desconcertados. Lanski había terminado el caldo.

Y así se despidieron; era un domingo de octubre del año 1949. Ladislao se extrañó al ver brotar unas lágrimas de los ojos de su madre.
-¿Qué ocurre madre?-preguntó.
Ladislao no imaginaba que jamás volverían a ver al tío Lech.
-Nada hijo, no te preocupes- le dijo mientras le pasaba los dedos por entre el cabello. –Ya hablaremos mañana de ello. Ahora acabemos las tareas antes de que se haga de noche. ¿Quieres?.-
-Claro madre.
Dicho esto, ambos se apresuraron a acabar los quehaceres domésticos. Ladislao no conseguía sacarse esa mirada de la cabeza.


Muxus y abrazos según corresponda.

Dichas y desdichas de Ladislao Haller. Capítulo I y 1/2. "Notas al pie"

Recién comenzada la invasión germana, el gobierno polaco se exilió primeramente en Paris, para trasladarse poco después a Londres donde se estableció con carácter oficial.

Cuando los nazis atacaron la Unión Soviética en 1941, el gobierno polaco en el exilio estableció relaciones diplomáticas con el gobierno de Moscú pasando por alto, no sin cierta sensación de indigestión, el papel jugado por Stalin en el desmembramiento y ocupación de Polonia.
Resultado de dichas negociaciones, fueron liberados cientos de miles de polacos, tanto civiles como militares, que habían sido tomados como prisioneros durante la invasión de Polonia en el año 39. Además de liberados, estos fueron autorizados a formar unidades militares que fueron evacuadas a oriente medio, donde eran desesperadamente necesitados por los británicos, fuertemente presionados en ese momento por el Afrika korps de Rommel.

Dos años más tarde, paradojas de la vida, los alemanes denunciaron ante la cruz roja internacional el descubrimiento de unas fosas comunes en el bosque de Katyn, cerca de Smolensk, Rusia, que contenían los cuerpos de 4300 oficiales polacos que habían sido tomados como prisioneros de guerra y asesinados por los soviéticos.
El gobierno soviético se defendió de las acusaciones alegando que los nazis habían fabricado el descubrimiento. Por razones puramente diplomáticas, todos los gobiernos aliados aceptaron formalmente la excusa, pero el gobierno polaco en el exilio rehusó hacerlo.
Esto no preocupó mucho a Stalin, que ya había autorizado y promovido la formación de un gobierno polaco alternativo también en el exilio, pero establecido en Moscú y afín a la voluntad de sovietizar Polonia.

Para desgracia del gobierno polaco de Londres, Polonia no fue liberada por los aliados sino por los soviéticos.
Apenas fue recuperada una pequeña porción del territorio, el gobierno polaco de Moscú se instaló en Lublin, una ciudad del este de Polonia.
Las autoridades aliadas, pronto dieron reconocimiento a este gobierno, cuando bajo el auspicio de las fuerzas de ocupación soviéticas se consolidó como una coalición dominada por el partido comunista, pero con representación de elementos pertenecientes al gobierno exiliado en Londres. Era el año 1945.
La coalición de Lublin, dio paso a unas muy controvertidas elecciones en 1947, que tiempo después se demostraron fraudulentas, y que dieron el poder al Partido Obrero Unificado Polaco (sucesor del anterior partido comunista), en coalición con el Partido de los campesinos.
Polonia estaba aún lejos de alcanzar la libertad.



Muxus y abrazos según corresponda.

lunes, agosto 07, 2006

Dichas y desdichas de Ladislao Haller. Capítulo I. "La forja de Ladislao"

No se puede decir que Ladislao Haller fuera alguna vez un chico dentro de lo comúnmente estipulado como normal.

Aunque nacido en Rótterdam; Holanda; Ladislao era de ascendencia polaca; toda su familia era de Varsovia. De no haber sido por el retorcido transcurrir de la historia, seguramente el también habría sido Varsoviés, y como su padre y su abuelo antes que su padre, con toda probabilidad habría ingresado en la academia militar para formar parte de la prestigiosa caballería polaca, tal y como mandaba la ya larga tradición familiar.

Lanski Haller, era el padre de Ladislao, y un héroe de guerra. Tal vez hubiese sido mejor para todos en esta historia que Lanski hubiera corrido la misma suerte que sus camaradas de la brigada Pomorska aquel 2 de septiembre de 1939; pero no fue así.
Ladislao conocía ese día como si hubiera estado allí de cuerpo presente.
Alemania, llevaba un dia de campaña vencida de antemano en una guerra no declarada contra Polonia, a la que pronto se sumaría el gigante ruso. La historia seguía inexorable su curso, pero algunos polacos no cederían sin morir antes.

Aquel día, algo al sur de Dantzing, en el extremo norte de Polonia, la brigada de caballería Pomorska aprovechando el mal tiempo, se lanzó en una carga suicida contra una división de Panzers alemanes. A punta de lanza y granada en mano, los muy esforzados polacos arremetieron una y otra vez contra los blindados alemanes hasta ser totalmente exterminados, o más bien casi totalmente exterminados.
Lanski era un soldado valeroso, y luchó bien, casi como ninguno, pero su final no fue ni mucho menos tan glorioso como hubiera cabido esperar.
Con la lanza quebrada y tres de sus cuatro granadas hechas sonar en tono de epopeya, Lanski ya estaba a punto de soltar el seguro de su última bomba de mano; su objetivo estaba fijado; ya casi podía acariciar la gloria con la punta de los dedos; ya veía abrirse las puertas del cielo destinado a los héroes.

ZAAAPP!! Mientras volaba por los aires, Lanski se percató de que una bala pérdida había dejado literalmente seca a su montura. En una eterna fracción de segundo, las doradas puertas del cielo se cerraron de golpe arrancándole la gloria de las manos. Cuando caía rodando por una barranca, Lanski, con el rostro impávido, y lejos de sentir dolor físico, dejaba que unas lágrimas escaparan de sus ojos.
Una familia de gitanos lo encontró unas ocho horas después inconsciente, y casi invisible entre unos árboles. Aún apretaba la granada en su mano con el seguro puesto.

Quien le conocía, asegura que Lanski murió ese día, aunque por alguna paradoja burlona, a su cuerpo no le fuera permitido abandonar la vida.
Era como si la muerte le hubiera birlado la vida en sus narices, dejándole a cambio una soberana locura en vez de la mas que merecida espiración, que por otra parte hubiera sido lo políticamente correcto en el trato de una entidad como lo es la muerte para con un cliente de tan alta categoría.

Para entonces, Pola, la esposa de Lanski ya llevaba seis meses llevando a Ladislao en el vientre. Dada la crítica situación, y tratándose Lanski de un héroe, el descompuesto alto mando polaco decidió sacar al matrimonio del país.
En un principio, los Haller fueron exiliados a Holanda, aunque básicamente su relativamente corta estancia en el inundable país se redujo al hospital, donde los médicos recompusieron en la medida de lo posible el esqueleto de Lanski, y donde Pola dio a luz al que sería el único hijo del matrimonio.
Ladislao siempre sería la única alegría a la que Pola podía agarrarse para tomar fuerzas y continuar su lucha.
Mas tarde, cuando la maquina nazi ya asolaba Holanda, los Haller fueron exiliados a Guilford; Inglaterra, siendo acogidos en una buena familia a cambio de que Pola cubriese el servicio de la casa.

Lanski jamás dejó de cabalgar contra los panzers, ni siquiera cuando ya acabada la guerra, volvieron a Polonia y compraron una pequeña granja al sur de Varsovia con ciertos bienes que cautamente habían soterrado antes de partir al exilio, preservándolos así del saqueo.

Desde que Ladislao tenia memoria, el despertar llegaba puntual cada mañana a las 6:30 cuando Lanski gritaba a pleno pulmón -¡¡ARRIBA!!; ¡¡QUE VIENEN LOS ALEMANES!!; ¡¡ESOS HIJOS DE PUTA!!; ¡¡DECLARADME LA GUERRA SI SOIS LO BASTANTE HOMBRES!!; ¡¡VAMOS, A LOS CABALLOS!!; ¡¡¡¡A LA CARGAAAA!!!!- todo esto mientras se calzaba las desgastadas botas de montar y sacaba de debajo de la almohada la granada con la que le hallaron los gitanos, para dar paso a una sentidísima representación de la carga, la degustación de gloria, y la tediosa caida. Tras esta, Lanski quedaba como en trance hasta la mañana siguiente.
La escena se repetía de igual manera cada día con una diabólica precisión solo comparable al mejor instrumento digital de tortura japonés; Lanski habia sido condenado a vivir eternamente el mismo día. Su rostro era el del horror, y Ladislao lo conocía bien.

A pesar de la curiosa forma de despertar cada día, y de la delicada situación de la posguerra, los tiempos corrían con relativa tranquilidad para los Haller. Ladislao y Pola estaban muy unidos.

Un buen día, cuando Ladislao tenía 11 años, llegó la hora de despertar. Como cada día, oyó el clásico -¡¡ARRIBA!!; ¡¡QUE VIENEN LOS ALEMANES!!-Ladislao, siempre perezoso para levantarse, se cubrió la cabeza con la almohada para ignorar los gritos de su padre-¡¡¡¡BAAAAMMMMM!!!!-sustituyendo al-¡¡ESOS HIJOS DE PUTA!!una terrible explosión hizo estremecerse la casa. Ladislao, como alma que lleva el diablo, subió al destartalado piso de arriba.
Los pocos restos reconocibles que quedaban de Lanski, estaban tendidos sobre la cama; llevaba las botas puestas, y el seguro de la bomba de mano le colgaba de un dedo. Pola estaba sentada en el suelo, la mirada perdida, las piernas recogidas entre los brazos; de sus oídos salían sendos regueros de sangre. El cuerpo de Lanski había salvado su vida, pero había perdido por completo el oído y la cordura.
La muerte volvía a cebarse con los Haller; volvía a estafar en la misma casa; volvía a irse llevando vida, dejando locura.

La dramática imagen habría destrozado la integridad de muchos, pero a pesar de su corta edad, Ladislao ya era un hombre.


¿¿¿Continuara....???

Muxus y abrazos según corresponda