Dichas y desdichas de Ladislao Haller. Capítulo II. "Nubes de Octubre rojo"
Lech Haller; el pequeño y único de hermano de Lanski, era el último familiar aún vivo de los Haller; dado que Pola había sido rechazada por su familia, de confesión judía, cuando se convirtió al catolicismo y contrajo matrimonio con Lanski.
Como tantos otros, Lech, también militar de profesión, fue herido y hecho prisionero por los soviéticos durante la ocupación del 39. Tras dos años de prisión, fue liberado y viajó a África como oficial en la armada de Ladislao Anders.
Al acabar la guerra, regresó como un héroe a su país natal y tras contactar con su familia en Londres, el mismo se encargó de mediar en la compra de la pequeña granja que serviría de hogar a su hermano y su familia.
Lanski, Pola y Ladislao llegaron a Polonia en 1946.
La particular realidad paralela de los Haller, era lo suficientemente absorbente como para mantenerles aislados de las tensiones políticas que acuciaban el país.
La granja, se encontraba a unos 15 kilómetros al sur de Varsovia, cerca de la pequeña aldea de Leszdonova. Las pocas tierras de la propiedad apenas bastaban para producir el forraje de los animales y abastecer las necesidades primarias de los nuevos granjeros, pero les permitía sobrevivir sin pasar demasiados apuros.
Pola era una mujer de gran carácter y dulzura, además de un ser humano excepcionalmente inteligente y reflexivo. Desde que Ladislao cumplió los cuatro años, Pola se entregó tenazmente a su educación.
Cuando volvieron a Polonia, Ladislao tenía 6 años. Lanski, como ya sabemos, no estaba en condiciones de aportar nada que no fuera mas trabajo, de manera que todas las labores de la granja y del hogar, Lanski incluido, quedaban en manos de madre e hijo.
Aún así cuando había un rato libre y propicio, Pola continuaba con la enseñanza. -¿Te das cuenta de lo importante que es aprender Ladis?- solía decirle. –Si madre- contestaba Ladislao.
-La capacidad de aprender y conocer es la única herramienta que tenemos Ladis. ¿Comprendes?- Ladislao asentía con la cabeza. -Es importante para mantenerse con vida; no lo olvides nunca hijo-la mirada de Pola era seria. -No lo haré madre, no te preocupes.-
Ladislao y Pola apenas iban alguna vez a Varsovia, y cuando lo hacían era con exclusivo objeto de comprar calzado o algún artículo concreto que no pudieran hallar en Leszdonova. Por lo demás la única salida habitual de la granja, era la correspondiente a la dominical asistencia a la liturgia.
Todos los domingos después de desayunar, Ladislao preparaba el pequeño cabriolé, enganchaba la mula, y tras posicionar a Lanski de manera estable y segura en el salón de la granja, se acicalaba y embutía en el incómodo traje de los domingos para asistir con Pola siempre puntuales a la misa de doce en Leszdonova.
Tampoco allí se relacionaban con nadie; según cruzaban el pórtico, se dirigían automáticamente al último banco y allí se sentaban, siempre en la misma esquina. Eran tiempos inestables, y Pola sabía que era poco prudente ser creyente declarado en un país donde paradójicamente el 95% de la población era católica, al menos hasta la ocupación.
Un día, Ladislao notó, cuando se acercaba a recibir la comunión, una extraña sensación. De repente se sintió observado, y respondiendo al magnético impulso, volteó la cabeza; allí estaba ella con la mirada clavada en la suya.
Ladislao nunca pudo olvidar esos ojos azules anclados en una cara de tez oscura y expresión a la par dulce y traviesa, cubierta por una brillante melena rubia recogida bajo clara imposición con un lazo azul.
Cada domingo a partir de entonces, Ladislao se despertaba inquieto, siempre antes de que su padre saltara de la cama con su -¡¡ARRIBA!!.....- Notaba entonces como escapando a su control, un extraño hormigueo iba tomando cuerpo en su interior hasta alcanzar su punto álgido cuando en la cola de la comunión llegaba al crucero y giraba la cabeza, para cada domingo durante un segundo ser feliz anidando en esa pícara mirada azul.
Un domingo, al girar la cabeza…¡No estaba allí! -¡Dios mío!-Ladislao se sintió profundamente deprimido. ¿Le habría ocurrido algo? ¿Por qué no estaba?
Al salir de la iglesia volvieron a la granja, y mientras Pola preparaba la comida, Ladislao recogía el cabriolé, llenaba de grano los pesebres y tras asear a Lanski, lo sentaba en la mesa.
Cuando ya bendecían la mesa, apareció el tío Lech. La del tío Lech, era la única visita que estaban acostumbrados a recibir de cuando en cuando.
-¡Tío Lech!-Ladislao se apresuró a besar a su tío.
-¡Hola Ladis! Pola, Lanski- Aquel día el uniformado tío Lech parecía más nervioso de lo habitual.
-¿Qué tal Lech? ¿Cómo va todo?-preguntó Pola mientras sacando un plato invitaba a Lech a tomar asiento.
-No muy bien Pola, las cosas no van muy bien.-
-¿Las cosas no van bien? Explícate por favor.-
-¿No te has enterado? Claro.. ¿Cómo iban a llegar las noticias a esta hermética burbuja…?-
-¿Qué ocurre Lech?-La cara de Pola se tornó preocupada, y Ladislao casi dejó de respirar, como si temiese cortar el silencio con su aliento.
-Han nombrado a Rokossovski ministro de defensa nacional.-
-Dios mío- Pola se cubrió la boca abierta con las manos.
-Ese perro traidor..-dijo Lench-¡va a vender el ejército a los rusos! Dios se apiade de nosotros Pola.
Ladislao no comprendía bien lo que ocurría, pero sabía que no era momento de preguntar. La idea de que la extraña actitud de su tío pudiese tener alguna relación con la ausencia de la mirada azul en la iglesia le estaba devorando por dentro.
El silencio; solo roto por el ininterrumpido sorber de Lanski, totalmente ajeno y con la cabeza casi hundida en el caldo, hizo eterno el primer plato. No fue hasta servido el segundo, que Pola introdujo una conversación cotidiana y distendida, como si nada hubiese pasado.
Después de comer, Pola hizo café y se sentaron junto a la chimenea. Ladislao salió fuera a coger del cobertizo unos leños secos para avivar el fuego; Lanski continuaba sorbiendo caldo.
A media tarde, Lech se levantó. –Bueno querida familia, se hace tarde y he de irme.-
-Si, será lo mejor si no quieres que se te eche la noche encima de regreso a Varsovia- apuntó Pola.
-Muchas gracias por la comida Pola; estaba excelente- dijo Lech mientras abrazaba a su cuñada.
-No tienes porque darlas Lech. Ya lo sabes.-
-Dale un beso a tu tío Lech Ladis-
-Claro tío- Ladislao se acercó a besar a su tío.
-Lanski… querido hermano, si he de serte sincero, no se si me das lástima o envidia.-Se acercó a Lanski y le dio unas palmaditas en la espalda.
Como si hubiera captado la alusión, el continuo sorber cesó repentinamente. Por un segundo todos quedaron desconcertados. Lanski había terminado el caldo.
Y así se despidieron; era un domingo de octubre del año 1949. Ladislao se extrañó al ver brotar unas lágrimas de los ojos de su madre.
-¿Qué ocurre madre?-preguntó.
Ladislao no imaginaba que jamás volverían a ver al tío Lech.
-Nada hijo, no te preocupes- le dijo mientras le pasaba los dedos por entre el cabello. –Ya hablaremos mañana de ello. Ahora acabemos las tareas antes de que se haga de noche. ¿Quieres?.-
-Claro madre.
Dicho esto, ambos se apresuraron a acabar los quehaceres domésticos. Ladislao no conseguía sacarse esa mirada de la cabeza.
Muxus y abrazos según corresponda.
Como tantos otros, Lech, también militar de profesión, fue herido y hecho prisionero por los soviéticos durante la ocupación del 39. Tras dos años de prisión, fue liberado y viajó a África como oficial en la armada de Ladislao Anders.
Al acabar la guerra, regresó como un héroe a su país natal y tras contactar con su familia en Londres, el mismo se encargó de mediar en la compra de la pequeña granja que serviría de hogar a su hermano y su familia.
Lanski, Pola y Ladislao llegaron a Polonia en 1946.
La particular realidad paralela de los Haller, era lo suficientemente absorbente como para mantenerles aislados de las tensiones políticas que acuciaban el país.
La granja, se encontraba a unos 15 kilómetros al sur de Varsovia, cerca de la pequeña aldea de Leszdonova. Las pocas tierras de la propiedad apenas bastaban para producir el forraje de los animales y abastecer las necesidades primarias de los nuevos granjeros, pero les permitía sobrevivir sin pasar demasiados apuros.
Pola era una mujer de gran carácter y dulzura, además de un ser humano excepcionalmente inteligente y reflexivo. Desde que Ladislao cumplió los cuatro años, Pola se entregó tenazmente a su educación.
Cuando volvieron a Polonia, Ladislao tenía 6 años. Lanski, como ya sabemos, no estaba en condiciones de aportar nada que no fuera mas trabajo, de manera que todas las labores de la granja y del hogar, Lanski incluido, quedaban en manos de madre e hijo.
Aún así cuando había un rato libre y propicio, Pola continuaba con la enseñanza. -¿Te das cuenta de lo importante que es aprender Ladis?- solía decirle. –Si madre- contestaba Ladislao.
-La capacidad de aprender y conocer es la única herramienta que tenemos Ladis. ¿Comprendes?- Ladislao asentía con la cabeza. -Es importante para mantenerse con vida; no lo olvides nunca hijo-la mirada de Pola era seria. -No lo haré madre, no te preocupes.-
Ladislao y Pola apenas iban alguna vez a Varsovia, y cuando lo hacían era con exclusivo objeto de comprar calzado o algún artículo concreto que no pudieran hallar en Leszdonova. Por lo demás la única salida habitual de la granja, era la correspondiente a la dominical asistencia a la liturgia.
Todos los domingos después de desayunar, Ladislao preparaba el pequeño cabriolé, enganchaba la mula, y tras posicionar a Lanski de manera estable y segura en el salón de la granja, se acicalaba y embutía en el incómodo traje de los domingos para asistir con Pola siempre puntuales a la misa de doce en Leszdonova.
Tampoco allí se relacionaban con nadie; según cruzaban el pórtico, se dirigían automáticamente al último banco y allí se sentaban, siempre en la misma esquina. Eran tiempos inestables, y Pola sabía que era poco prudente ser creyente declarado en un país donde paradójicamente el 95% de la población era católica, al menos hasta la ocupación.
Un día, Ladislao notó, cuando se acercaba a recibir la comunión, una extraña sensación. De repente se sintió observado, y respondiendo al magnético impulso, volteó la cabeza; allí estaba ella con la mirada clavada en la suya.
Ladislao nunca pudo olvidar esos ojos azules anclados en una cara de tez oscura y expresión a la par dulce y traviesa, cubierta por una brillante melena rubia recogida bajo clara imposición con un lazo azul.
Cada domingo a partir de entonces, Ladislao se despertaba inquieto, siempre antes de que su padre saltara de la cama con su -¡¡ARRIBA!!.....- Notaba entonces como escapando a su control, un extraño hormigueo iba tomando cuerpo en su interior hasta alcanzar su punto álgido cuando en la cola de la comunión llegaba al crucero y giraba la cabeza, para cada domingo durante un segundo ser feliz anidando en esa pícara mirada azul.
Un domingo, al girar la cabeza…¡No estaba allí! -¡Dios mío!-Ladislao se sintió profundamente deprimido. ¿Le habría ocurrido algo? ¿Por qué no estaba?
Al salir de la iglesia volvieron a la granja, y mientras Pola preparaba la comida, Ladislao recogía el cabriolé, llenaba de grano los pesebres y tras asear a Lanski, lo sentaba en la mesa.
Cuando ya bendecían la mesa, apareció el tío Lech. La del tío Lech, era la única visita que estaban acostumbrados a recibir de cuando en cuando.
-¡Tío Lech!-Ladislao se apresuró a besar a su tío.
-¡Hola Ladis! Pola, Lanski- Aquel día el uniformado tío Lech parecía más nervioso de lo habitual.
-¿Qué tal Lech? ¿Cómo va todo?-preguntó Pola mientras sacando un plato invitaba a Lech a tomar asiento.
-No muy bien Pola, las cosas no van muy bien.-
-¿Las cosas no van bien? Explícate por favor.-
-¿No te has enterado? Claro.. ¿Cómo iban a llegar las noticias a esta hermética burbuja…?-
-¿Qué ocurre Lech?-La cara de Pola se tornó preocupada, y Ladislao casi dejó de respirar, como si temiese cortar el silencio con su aliento.
-Han nombrado a Rokossovski ministro de defensa nacional.-
-Dios mío- Pola se cubrió la boca abierta con las manos.
-Ese perro traidor..-dijo Lench-¡va a vender el ejército a los rusos! Dios se apiade de nosotros Pola.
Ladislao no comprendía bien lo que ocurría, pero sabía que no era momento de preguntar. La idea de que la extraña actitud de su tío pudiese tener alguna relación con la ausencia de la mirada azul en la iglesia le estaba devorando por dentro.
El silencio; solo roto por el ininterrumpido sorber de Lanski, totalmente ajeno y con la cabeza casi hundida en el caldo, hizo eterno el primer plato. No fue hasta servido el segundo, que Pola introdujo una conversación cotidiana y distendida, como si nada hubiese pasado.
Después de comer, Pola hizo café y se sentaron junto a la chimenea. Ladislao salió fuera a coger del cobertizo unos leños secos para avivar el fuego; Lanski continuaba sorbiendo caldo.
A media tarde, Lech se levantó. –Bueno querida familia, se hace tarde y he de irme.-
-Si, será lo mejor si no quieres que se te eche la noche encima de regreso a Varsovia- apuntó Pola.
-Muchas gracias por la comida Pola; estaba excelente- dijo Lech mientras abrazaba a su cuñada.
-No tienes porque darlas Lech. Ya lo sabes.-
-Dale un beso a tu tío Lech Ladis-
-Claro tío- Ladislao se acercó a besar a su tío.
-Lanski… querido hermano, si he de serte sincero, no se si me das lástima o envidia.-Se acercó a Lanski y le dio unas palmaditas en la espalda.
Como si hubiera captado la alusión, el continuo sorber cesó repentinamente. Por un segundo todos quedaron desconcertados. Lanski había terminado el caldo.
Y así se despidieron; era un domingo de octubre del año 1949. Ladislao se extrañó al ver brotar unas lágrimas de los ojos de su madre.
-¿Qué ocurre madre?-preguntó.
Ladislao no imaginaba que jamás volverían a ver al tío Lech.
-Nada hijo, no te preocupes- le dijo mientras le pasaba los dedos por entre el cabello. –Ya hablaremos mañana de ello. Ahora acabemos las tareas antes de que se haga de noche. ¿Quieres?.-
-Claro madre.
Dicho esto, ambos se apresuraron a acabar los quehaceres domésticos. Ladislao no conseguía sacarse esa mirada de la cabeza.
Muxus y abrazos según corresponda.
5 Comments:
aqui teneis la segunda y ultima entrega por una temporadita; que esto no me da de comer y no tengo ahora tanto tiempo.
Espero que os guste.
ains... me voy a poner triste y todo jos... ¿así que ahora hay que esperar un tiempo? pues vaya...
En fin, que genial, juan de veras. Espero que aunque nos tengas sin ladislao, no nos dejes sin tu presencia por los blogs.
Besitos guapet
Jo, es que es una mierda, porque el jodido personaje esta vivo en mi cabeza. ¿me entiendes?. Desde que empezé con esto, no hago mas que pensar en Ladislao. Ahora tengo que intentar aparcarlo porque la historia en mi cabeza ya va por el capítulo 4 o asi, y justo ahora no puedo permitirme el tiempo que lleva pasar a escrito las ideas, ya que supone investigar en la historia, atar las cosas para la correcta coherencia...y mil cosas más, además del placer de crear y destruir personajes.. enfin, es toda un droga.
Por otra parte, no consigo dejar de verme como un arista de usar y tirar. Me explico. He cultivado muchas facetas diferentes de la expresión artística. Los resultados, siempre han sido buenos en la primera vista, o incluso la segunda o la tercera, pero después pierden toda la gracia, como si les crecieran las imperfecciones enfin.. Si no no habria posibilidad de evolución supongo.
muxus
Juan, todos los que tenemos por dentro una venilla artística nos cuesta encontrar la forma o el camino que realmente nos haga expresar lo que tenemos... Y eso supone miles de intentos fallidos, así que nada de artista de usar y tirar.
En cuanto a lo de Ladislao, sé perfectamente lo que te pasa, a mi me pasa a diario con mis entradas, muchas veces rondan por mi cabeza días enteros hasta que encuentro el momento de poder escribirlas. Y cuando escribo relatos más largos, pues igual que tu, sufro al personaje o personajes día y noche. ¿un consejo? Si no tienes tiempo de escribir los capítulos tal y como debieras, pero son buenas ideas y no quieres perderlas, coge una libreta, o en el word mismo, si prefieres el pc, y hazte apuntes de las ideas, lo básico, como un esquema, lo suficiente como para que luego puedas desarrollarlo cuando tengas tiempo ¿me explico? Eso no requiere de datos históricos ni nada por el estilo, sólo los personajes que desaparecen, los que aparecen, y las notas básicas del desarrolloo de la historia. También puedes unsar una grabadora, pero esto ya es muy de novelista, jejejeje...
Besitos gordotes (a este paso voy a escribir más que tú en tu blog)
nothing but you do not!
Do noot
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